Era octubre de 2008 cuando a Cecilia Mikolajczak, directora asociada de un ministerio cristiano sin fines de lucro, se dirigió al hospital. No sabía qué esperar, simplemente no se sentía bien. Pocas horas después, estaba siendo ingresada al hospital y le comunicaban que tenía que comenzar con diálisis de inmediato. Sus riñones habían fallado. Allí estaba, alguien acostumbrada a tener una agenda ocupada con muchos viajes, de pronto tuvo que ver cómo la diálisis entraría en su vida y en un trabajo que amaba.

En el hospital, tuvo la ventaja de estar acompañada por médicos y enfermeros para aprender lo máximo que pudo sobre la diálisis y sus opciones de tratamiento. Comenzó la hemodiálisis en el centro, luego pasó a la diálisis peritoneal (PD) en el hogar porque el cronograma flexible se adaptaba mejor al trabajo e incluso le permitía viajar.

Los compañeros de Cecilia, incluso el Director Ejecutivo, fueron muy comprensivos durante su transición a la diálisis, a menudo enviándole notas de aliento. Con un cronograma de trabajo flexible y un sólido sistema de apoyo, nunca dudó que podría mantener su empleo.

"Disfruto lo que hago y conservar mi seguro de salud era importante para mí", dice Cecilia. "No me veo renunciando [a mi trabajo] en ningún momento en el futuro cercano. Me siento muy saludable y muy bendecida."

La historia de Cecilia sigue siendo una historia de inspiración y triunfo. Dos años después de comenzar con la PD, recibió la mejor de todas las noticias. Se encontró un donante apto y Cecilia recibió un trasplante renal con éxito. Continúa esforzándose en su trabajo y sigue agradecida a sus compañeros que la apoyaron en cada paso del camino.